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Cáritas El Salvador presente en la Beatificación de Monseñor Romero.

| Cáritas Nacional/I.Vallecillo

Docenas de peregrinos llegados previamente al 23 de mayo, de las Cáritas hermanas de Nicaragua, Honduras, Venezuela, Desarrollo y Paz (Cáritas Canadá) y Estados Unidos, para participar en la Beatificación del Obispo Mártir Monseñor Oscar Arnulfo Romero fueron acogidos en la oficina nacional de Cáritas El Salvador, así como hermanas y hermanos llegados de las Cáritas de Santa Ana, Sonsonate y Santiago de María. Muchos pernoctaron en la oficina nacional.

Se contó también con la presencia del Coordinador Regional de Cáritas América Latina y El Caribe, Pbro. Francisco Hernández, quien manifestó su alegría "por poder vivir este momento de la beatificación de Monseñor Romero" a quien el conociera siendo aún un seminarista.

Cáritas y Catholic Reliefe Service (CRS) coordinaron esfuerzos con mucha anterioridad, para prepararse en conjunto para su participación en el magno evento de la beatificación. Entre las diferentes acciones realizadas destaca el regalo que ambas instituciones enviaran al Papa Francisco, una hermosa casulla bordada finamente por manos prodigiosas de religiosas salvadoreñas.

Los diferentes peregrinos recibidos por Cáritas y CRS al finalizar la misa de beatificación departieron como familia un momento de regocijo por la alegría de contar con un beato.

 Cáritas El Salvador presenta ofrenda de canasta básica en el altar.

Las ofrenda de la canasta básica en la Santa Misa de Beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, fueron preparadas por Cáritas, mismas que presentaron 5 miembros de la familia Hernández. Ellos fueron escogidos pues el abuelo de esta familia, Jorge Alberto Hernández, fue, por 4 años, chófer de Monseñor Romero cuándo este fuera Obispo de la Diócesis de Santiago de María. "Para mí es una bendición, una gracia, un regalo de Dios, llevar las ofrendas en la misa de la beatificación de Monseñor (Romero). Él llegó a hacer amigo de mi familia", dijo Hernández. Él junto a su esposa y tres de sus nietos ascendieron a la tarima donde estaba el altar, para entregar el símbolo de una canasta básica, pidiendo a Dios por que los más pobres puedan llegar un día a contar con lo necesario para una vida digna.

En las calles los miembros de Cáritas vivieron la misa de beatificación.