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Los cristianos estamos llamados a solidarizarnos con los migrantes: Reflexiones del Vía Crucis del Migrante.

| Caritas Oficina Nacional

"Son millones los hijos de la Iglesia que hoy viven en la diáspora o en el tránsito, peregrinando hacia el norte en búsqueda de nuevas oportunidades. Muchos de ellos dejan atrás las propias raíces para aventurarse, aún en la clandestinidad que implica todo tipo de riesgos. (Vea galería de fotos) Tantas familias se dividen; y no siempre la integración en la presunta tierra prometida es tan fácil como se piensa". (Vea vídeo)

"Son millones los hijos de la Iglesia que hoy viven en la diáspora o en el tránsito, peregrinando hacia el norte en búsqueda de nuevas oportunidades. Muchos de ellos dejan atrás las propias raíces para aventurarse, aún en la clandestinidad que implica todo tipo de riesgos. Tantas familias se dividen; y no siempre la integración en la presunta tierra prometida es tan fácil como se piensa".
Jesús nos invita a luchar para construir el Reino de paz, amor, justicia y libertad con una verdadera expresión de espiritualidad solidaria que nace de la cruz. Esta invitación urge, desde la resurrección del Señor, a buscar con denuedo la globalización de la solidaridad a favor de los migrantes y a mantener viva la esperanza en "los cielos nuevos y nueva tierra, un mundo en que reinará la justicia" (2 Pedro 3,13).

 

Los fieles cristianos en las parroquias y comunidades, estamos llamados a solidarizarnos con los migrantes. Dios nos convoca a escuchar el clamor de los migrantes que viven bajo amenaza, pánico y consternación, por las redadas y detenciones arbitrarias que violan a sus derechos fundamentales.

Es preocupante que hoy día se vea desde el país de origen con indiferencia la migración de niños y niñas solas o no-acompañados; y, que en los países de tránsito y destino únicamente les preocupen las estadísticas y, no vean el drama y las razones de fondo que los obligan a viajar en tales condiciones. En este sentido, urge un trato diferenciado de la migración infantil.

 

También es preocupante la violencia y la pobreza estructural, que están obligando a miles de personas abandonar su tierra natal hacia el viaje en búsqueda de un futuro mejor, cada día más incierto por las políticas migratorias restrictivas de algunos Estados de la región.

 

 

 

Por ello, es necesario que los Estados velen por el respeto al principio de no devolución y el acceso a la solicitud de la condición de refugiado; que los países de tránsito y de destino implementen leyes y políticas migratorias sensibles, que regulen la acogida y propicien vías de integración a corto y largo plazo, con atención a los derechos y a los deberes de todos los migrantes indistintamente.

Que el Señor resucitado por intercesión de María, acompañe a todos los migrantes y sus familiares.